No basta con hablar de paz. Uno debe creer en ella. Y no es suficiente con creer. Hay que trabajar para conseguirla.
(Eleonor Roosevelt)
Hace unos meses, en plena crisis Siria sobre los refugiados andaba buscando libros para hablar con mi hija sobre conflictos bélicos y mostrarle a través de una historia como puede ser la vida de un niño que se ve obligado a huir de su país buscando una vida mejor o muchas veces por pura supervivencia.
Y encontré este libro.
Cuando Hitler robó el conejo rosa
Enseguida me llamó la atención el título. Me pareció una metáfora preciosa del robo de la infancia.
Cuando se lo di a mi hija y vio el título me dijo que no quería leerlo. Qué para que iba Hitler a querer robar un peluche, que ese señor ya no vivía y que además no le gustaba el color rosa.
Le expliqué que era una metáfora de la infancia perdida, de todo lo que muchos niños judíos habían perdido con el nazismo como ocurre ahora con los refugiados sirios o en otros muchos lugares de la tierra. Lo cogió rápidamente y ya lo ha leído varias veces.
Su protagonista Anna es una niña de 9 años de origen judío que vive en Berlín con su familia en una época de grandes cambios políticos. Llevan una vida feliz y sin dificultades económicas, pero cuando está a punto de estallar la Segunda Guerra Mundial, se ven obligados a huir del país porque el padre, que es periodista y ha sido muy crítico con el sistema ve que sus vidas corren peligro. Esa huida le llevará a vivir con su familia en Suiza (Zurich), Francia (Paris) e Inglaterra (Londres). En su peregrinaje crece hasta los once años, deja atrás su infancia y al ser inmigrantes en los países donde viven tienen que enfrentarse a gente que los desprecia. El racismo y los problemas de comunicación por el desconocimiento del idioma les pasarán factura.
Ellos han de aprender nuevos idiomas, vivir con poco dinero y aprender los hábitos de los demás. Pero todo ello, lejos de disminuirles les hace mejorar con mucho esfuerzo y trabajo. Y a pesar de todas las dificultades Anna nunca pierde su sentido del humor.
Cuando Hitler Robó El Conejo Rosa no es un libro duro, y sobre trata un tema; el de la inmigración y los prejuicios hacia lo desconocido muy presente en la actualidad. Su autora lo escribió con el propósito de que fuera apto para niños y jóvenes (a partir de los 12 años aproximadamente) y a pesar de las terribles circunstancias que se narran es un libro con un aura de positivismo, los nazis no consiguen lacerarles la vida, y ese mensaje extrapolable a cualquier situación es algo que siempre intento inculcarle a mis hijos. Podrán venir momentos duros y difíciles en la vida pero en ellos está dejar que los acontecimientos les sobrepasen o les hagan más fuertes.
Judith Kerr (Berlín, 1923) es la autora de esta pequeña reliquia al que siguieron En la batalla de Inglaterra y A small person far away (este último no llegó a traducirse al castellano). Esta trilogía está inspirada en su propia vida y decidió plasmarla sobre el papel para que su hijo supiera que su infancia no había transcurrido como en la película Sonrisas y lágrimas. Cuando Hitler robó el conejo rosa le valió para ganar el Premio Deutscher Jugendliteraturpreis.
Judith Kerr tuvo que marcharse de Alemania a los diez años junto a su familia porque su padre estaba en peligro tras criticar duramente al gobierno nazi. Primero viajaron a Suiza, más tarde se instalaron en Francia, aunque su destino definitivo fue Inglaterra (de hecho, ella ha escrito sus libros en inglés, no en alemán). Todas estas experiencias se reflejan en su obra.
Es un libro con varias lecturas; los problemas de Anna y su hermano para adaptarse a otros países, los acontecimientos históricos y los problemas de los padres. Hay otros elementos simbólicos que a lo mejor pueden pasar desapercibidos para el joven lector, como un álbum de personajes famosos que consiguen sacar de su país. Al principio les parece tedioso, pero luego les sirvió para aprender que las personas trascendentales tuvieron que sufrir mucho en sus vidas.
Este peluche rosa se ha instalado en nuestra biblioteca para quedarse y seguro que será muy manoseado en el futuro y tendrá muchas y múltiples lecturas.
25 de Noviembre. Día Contra la Violencia de Género
Si quieres que leer les de alas ¡ No tengas miedo a ponérselas ! y dales libros que conecten con sus intereses, con lo que les gusta o incluso con temas difíciles porque para los niños es bueno saber con que se van a encontrar en la sociedad y el mundo en el que viven.
Recuerdo de niña tener en mi casa una colección de libros infantiles clásicos que aún conservo, donde emprendí con 8-9 años mis primeros viajes. Así di la «Vuelta al mundo en 80 días», me sumergí por primera vez en el océano con «20.000 Leguas de Viaje Submarino», fui a «la Isla del Tesoro» y tuve un primer amigo extranjero con el que viví grandes aventuras. El amigo se llamaba Mark Twain.
También tenía una edición maravillosa y única que a día de hoy sigue siendo el gran tesoro de mi biblioteca, y que es uno de los objetos que he heredado de mis padres que para mi tiene más valor: «El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha». Una colección de 6 tomos del Quijote en forma de historieta con ilustraciones.
Todavía recuerdo como si fuera hoy, la noche que abrí el primer tomo y lo fascinantes que me parecieron esas andanzas.
A esas lecturas se fueron sucediendo muchas más. Aquella Biblia con sus hojas de oro que me emocionó con sus historias, libros de sexualidad, de política,de medicina, de arte. Autores como Unamuno, Valle Inclán, etc y todo lo que despertaba interés era devorado por mi sin censuras y a una edad en la que recuerdo que a muchos de mis compañeros de colegio no les dejaban más que leer «Hansel y Gretel», «Pulgarcito» y algunos títulos en esa línea. Cuentos por otra parte extraordinarios, pero que no satisfacían toda mi curiosidad.
En relación a esto, y con la idea compartida de que «Leer lleva L de libertad» os dejo un artículo interesante publicado en la Revista de Cultura Babelia de El País (13.12.2014) Biblioteca no apta para mayores.
Y ahora niños, a volar…