Los Niños Tontos

La palabra es lo más bello que se ha creado, es lo más importante de todo lo que tenemos los seres humanos. La palabra es lo que nos salva.
Ana Mª Matute

Hoy en el mundo de la fantasía y la fabulación, ese mundo que es ajeno a la mirada pero existe en algún lugar recóndito de nuestra mente, llega una maga de las letras para enredar con sus historias, con el disparate, con la magia pero sin darle la espalda a la realidad. Nos ha dejado Ana María Matute para instalarse de por vida en otro lugar desde el que seguir contando…

Hace unos años leí “Los niños tontos” y su lectura aún no la he olvidado. Para Ana Mª Mature “La infancia no es una etapa de la vida: es un mundo completo, autónomo, poético y también cruel, pero sin babosidades.”. Este libro es una muestra de esa convicción suya que en muchos aspectos también comparto. A los niños se les puede hablar de casi todo, lo que no está reñido con la fantasía y la imaginación. Y los niños queramos verlo o no, viven a veces unas realidades muy crueles que los adultos pretendemos pasar por alto en esa idea de considerarlos seres minúsculos y creernos nosotros tan mayúsculos. Decía la escritora con motivo de su Premio Cervantes en el 2010 que «La infancia es más larga que la vida» , y explicaba que decía esto porque cuando somos adultos los recuerdos y lo vivido en la  infancia permanecía para siempre en las distintas etapas de la vida. Yo que ahora  de alguna manera o de todas las maneras posibles  influyo en la infancia de mis hijos y rememoro constantemente la mía,  pienso que todos los que vamos a influir en la vida de otras personas no podemos perder esto de vista.

Los niños tontos- Ana María Matute

El libro se compone de 21 historias breves cuyos protagonistas son niños tontos llenos de inocencia; un niño que era distinto de los demás de la clase, niños ahogados, una niña fea hasta la muerte o un niño que no sabía jugar como los demás. El mérito de este libro es conseguir mezclar en una obra de aparente calado juvenil o infantil, un complejo mundo de seres olvidados y con un mensaje claramente expresado para mentes adultas. Su belleza radica en la tristeza de sus vidas o en la radical crudeza de sus actos y además está plagado de una poesía casi en filigrana

Todos ellos viven su inocencia de una forma muy cruel, sin esperanza, enfrentada al mundo de los adultos en muchas ocasiones. Pero sus sueños están cuajados de fantasía, disparate, poesía, magia aunque, en contra de lo que sucede en la mayoría de cuentos para niños, siempre acaban mal y la realidad se ensaña con ellos de un modo despiadado. La desgracia les vigila.

los niños tontos

 

Eso es lo que más admiro de esta escritora. Su valentía y que no necesita edulcorar la infancia. Y sobre todo,  que consigue narrar hechos dramáticos  casi como una caricia que te va ahondando y calando en cada palabra. Y de una forma calmada, sin estridencias,  puedes sentir la violencia del relato desde la primea línea. A pesar de estar narrados en prosa son pura poesía.

MAR

Pobre niño. Tenía las orejas muy grandes, y, cuando se ponía de espaldas a la ventana, se volvían encarnadas. Pobre niño, estaba doblado, amarillo. Vino el hombre que curaba, detrás de sus gafas. “El mar -dijo-; el mar, el mar”.

Todo el mundo empezó a hacer maletas y a hablar del mar. Tenían una prisa muy grande.

El niño se figuró que el mar era como estar dentro de una caracola grandísima, llena de rumores, cánticos, voces que gritaban muy lejos, con un largo eco. Creía que el mar era alto y verde.

Pero cuando llegó al mar se quedó parado. Su piel, ¡qué extraña era allí!. “Madre -dijo, porque sentía vergüenza- quiero ver hasta dónde me llega el mar.

Él, que creyó el mar alto y verde, lo veía blanco, como el borde de la cerveza, cosquilleándole, frío, la punta de los pies.

“¡Voy a ver hasta dónde me llega el mar!”. Y anduvo, anduvo, anduvo. El mar, ¡qué cosa rara!, crecía, se volvía azul, violeta.

Le llegó a las rodillas. Luego, a la cintura, al pecho, a los labios, a los ojos. Entonces, le entró en las orejas el eco largo, las voces que llaman lejos. Y en los ojos, todo el color. ¡Ah, si, por fin, el mar era de verdad! Era una grande, inmensa caracola.

El mar, verdaderamente, era alto y verde.

Pero los de la orilla, no entendían nada de nada. Encima, se ponían a llorar a gritos, y decían: “¡Qué desgracia! ¡Señor, qué gran desgracia!”

Hasta siempre Ana Mª no se si querrías descansar  en paz pero tus letras son Pura Calma.

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